La xarel·lo fermenta en tinas de acero inoxidable y, tras realizar la fermentación maloláctica, se ensambla buscando aquellos vinos base que mejor expresen la frescura y vivacidad que perseguimos siempre en este espumoso. Equilibrio y elegancia, como siempre, son la clave. 

Tras la segunda fermentación en botella, llega el momento de la crianza para alcanzar esa refrescante plenitud que muestra la mejor sonrisa de la xarel·lo. 

Para lograrlo, son necesarios, al menos 24 meses de reposo, silencio y calma en nuestras cavas. Entonces sí, es el momento de descorcharlo y convertir lo informal en inolvidable.